viernes, 30 de abril de 2010

El Entierro del Conde de Orgaz - El Greco

“yo tengo fe
porque yo creo en dios”
"Yo tengo Fe"; Palito Ortega, 1974.

Como Palito, mucha gente tiene fe en Dios.
Yo no.
Tampoco, por ende, tengo fe en la Iglesia Católica (ni ningún otro “representante”).

Sinceramente cuando fue mi turno de encontrarme cara a cara con El Entierro del Conde de Orgaz, lo único que pude pensar fue “y yo esperé hasta las 4 para entrar gratis por ser de la comunidad –y me olvide el pasaporte!!!-, tuve que pagar finalmente 2,50 euros para ver esto?”.

Mi madre, cabe aclarar, es una gran admiradora de este cuadro y la obra del artista que lo pintó: El Greco. No podía dejar de preguntarme: ¿Qué le ve a este cuadro? Cabe aclarar también, que El Greco fue muy prolífico y por donde se quiera en España uno se encuentra con sus obras, cosa que para alguien que no retiene demasiado la atención –como yo-, se volvió un tanto tedioso, lo que puede haber también influido en mi reacción.

Puede ser, pero la cuestión es que aún revisándolo, todavía me cuesta hacer las paces con él, y esto se me dificultó aún más cuando empecé con la investigación.

Resulta que esta obra fue realizada en 1586, como resultado del encargo del párroco de Santo Tomé en Toledo. Es interesante saber que este encargo a su vez no sucede porque un día el buen señor se sintió con ganas de hacer caridad y gastar dinero en una obra; no. En 1564 (un año después de finalizado el Concilio de Trento), en plena Contrarreforma, dicho párroco (no sé el nombre) descubrió que los vecinos de su comunidad estaban faltando a la manda que había dejado a su muerte el entonces señor de Orgaz -fallecido hacía 200 años- de pagarle anualmente a la iglesia el monto de 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña y 800 meravidíes (moneda musulmana medieval); por lo que decide acudir a la cancillería de Valladolid y presentar su denuncia y reclamar lo debido. Finalmente gana el pleito en 1569. Imagínense, le pagaron 200 años de deuda!

No está para nada demás comentar que este señor de Orgaz (entonces una pequeña comunidad) fue un gran benefactor de la iglesia, y se cuenta que el día de su entierro, los mismos San Agustín y San Esteban descendieron del cielo para con sus propias manos colocar el cuerpo del difunto en su sepultura, mientras que los admirados asistentes escuchaban una voz que decía “Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”.

Continuando con el relato, el buen párroco acude entonces, en 1586, a su vecino artista, El Greco, para encargarle que pintara dicho episodio. Después de varias negociaciones referidas al precio de la obra (al párroco le parecía excesivo el precio y el artista, agravado, apelo a la santa sede y al Papa), en 1587 se finaliza la obra y es emplazada en la parroquia.

Innegable es el talento académico del artista, la maestría con la que maneja el color, las formas y las luces. Características propias, que en principio eran compartidas por los artistas llamados manieristas. Como él, ellos se alejaban del fiel retrato de la naturaleza (como era tradicional hacerlo), para pasar a un plano donde la imaginación cobrara más importancia a la hora de enaltecer la misma, así como a la misma ‘fe’. Podemos encontrar ejemplo de esto en “El Juicio Final”, de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. A la muerte de Miguel Ángel y Rafael, los más grandes artistas al momento, sus seguidores siguieron la dirección que éstos había
n tomado y la llevaron a su máxima expresión para agregar dramatismo en una época que podemos no menormente llamar dramática: Lutero revolucionó la Iglesia Católica y la religión como se vivía hasta el momento y muchas vidas se perdieron enfrentándolo. Finalmente se llama a un concilio en Trento para poder determinar cuál era la dirección que la iglesia tomaría a partir de ese momento; y en él se decidió, entre otras cosas, que el Protestantismo se separaría de la Iglesia Católica Romana, que los sacerdotes no podrían contraer matrimonio, y que quedaría abolida la venta de las indulgencias –lo que debe haber dolido mucho, ya que los fondos iban a construir el mayor hogar de la Iglesia, San Pedro-.

Aquellos que apoyaban a la Iglesia católica sintieron en sus entrañas arder el fervor religioso más que nunca durante esta lucha, y de ello la exageración de los cuerpos, las formas, los movimientos, y el color; aún así fue difícil hacerse camino para el pobre Greco, cuya máxima ambición era ser pintor de la corte, pero que no consiguió porque su expresividad fue demasiado para el sobrio Felipe II. En El Entierro del Conde de Orgaz, podemos ver su fervor en todo su esplendor.

Me gustaría mencionar que durante la investigación surgió un concepto que me parece apropiado mencionar ya que podría ser aplicable a esta obra, y es el de tótem. Freud relata que en las sociedades primitivas australianas, el tótem era el símbolo familiar (la familia entendida como una comunidad; en la que uno llamaba ‘padre’ o ‘madre’ a quienes potencialmente tuvieran la edad suficiente para serlo, ‘hermana/o’ a sus pares, etc.) que era erigido como recordatorio de la severidad del castigo que recibiría quien no se abstuviera de respetar el tabú impuesto por este: el incesto.

Podríamos, con una delgada línea, trazar cierto paralelismo entre estas sociedades y la Iglesia (hola!: “padres”, “madres”, “hermanos”, “hermanas”, dígale NO al sexo entre feligreses); y ver a ésta como una obra totémica en tanto funciona como recordatorio de aquel benefactor que dictaminó que se le pagara a la parroquia y, más importante, de la justicia hecha cuando se le pagó lo adeudado.

Me pregunto qué obra totémica se realizará ahora que la imagen de la Iglesia católica está nuevamente sufriendo a causa de las denuncias que fueron expuestas en los últimos meses de los abusos de los ‘padres’ de esta familia religiosa.

Si bien, entonces, la maestría de la ejecución es indiscutible, no resulta enaltecedora para quien les escribe. Esta vez, el resultado es lamentablemente el opuesto; una enajenación; y en todo caso, en vez de poder comprenderla, siento que cada vez estoy más sumida en la confusión: no entiendo la religión, la fe… creo que este blog no debería ya llamarse “No Entiendo el Arte”, sino “No Entiendo el Mundo”.


Bibliografía:

5 comentarios:

  1. soy jime, me gusto, me parece correto por lo que veniamos hablando
    besooo

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  2. jaja me mató la última frase! El mundo de hoy es así: diverso, ambigüo, INCOMPRENSIBLE! (como vos decis). Nos tendremos que acostumbrar! jajaa
    Me gustó mucho la nota.
    A mi lo que me encanta de la obra, y de otras obras de la epoca, es ese poder que tenían de mostrar varias situaciones simultáneas, varios sentimientos a la vez, diversidad de personajes, la dualidad del mundo, el arriba, el abajo, etc, la sociedad activa... no se, a pesar de los temas religiosos, la obra es altamente atractiva, y tiene muchos aspectos para analizar.
    Besos!

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  3. Esta es una de mis obras preferidas! y a diferencia tuya yo sí creo en Dios y tengo fé.Pero esta obra me atrae no por lo religioso, (no encuentro nada de religioso en el) sino la maravillosa mano de El grecco, que es capaz de un pincelazo recrear un instante y a la vez contarte toda su historia. Cada mano, cada mirada, cada trazo es un sinfín de historias que se entrelazan, solo un genio como él podía expresarlo. Besos

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  4. vaia se isto vos parece tan espectacular non coñecedes a miguel anxo esta clariño jajaja

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  5. y tengo un cuadro el entierro del conde de orgaz si vale dinero lo puedo vender

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